Quizás muchos de nosotros recordaremos aquel proceso de selección donde fuimos muy bien tratados, más allá de la decisión final. Quizás recordemos cómo fue el desarrollo del mismo en todas sus formas y momentos. Lo que conllevó ese primer contacto por diferentes medios, la llamada telefónica o mail inicial, el que nos diesen a conocer información troncal de la oferta (si es que esta se podía facilitar), cómo nos hicieron sentir en las instalaciones de la empresa, cómo fuimos tratados en la o las entrevistas posteriores o incluso, podemos evocar alguna situación satisfactoria en un proceso de selección interno, como parte de nuestro desarrollo dentro de una empresa.

La entrevista de trabajo es una de las mejores (no infalible) herramientas para conocer a una persona en un proceso de selección. Sin embargo, me resulta inquietante como profesional de recursos humanos, que aún se sigan haciendo entrevistas que nada tienen que ver con el reconocimiento del candidato, ya que en muchos casos se estila hacer “chapuzas como entrevistas”.