De la empresa sueca para la cual trabajé durante varios años, y que fue mi casa profesional, aprendí el valor de los valores, de gestión por competencias, talento, de la importancia de equivocarse para poder aprender y de lo esencial que es hacer las cosas de manera distinta.
Mi formación en psicología y en recursos humanos me abrieron puertas para desarrollar una actividad profesional que durante varios años, ha sido mi empleo “oficial”.
Me encantaba (y me encanta) lo que hacía trabajando con personas desde su parte profesional, escuchar sus necesidades personales y laborales y aplicar políticas interesantes en la gestión del talento.
Me costaba aceptar que no me llamasen para entrevistas de recursos humanos y luché contra esa ola inmensa sin querer ver otras posibilidades donde mi talento tuviese cabida desde mi personalidad, donde pudiese nadar sin tanto desgaste emocional y escalar otros objetivos tan importantes y grandes como un Everest o un Machu Picchu. Con esto…